31
MAR
2009

Darwin y la evolución de las empresas: ¿Es posible un nuevo modelo empresarial?

 

Es curioso que en el auge de esta crisis, se celebre el bicentenario del nacimiento de Darwin.
Haciendo un pequeño paralelismo con el mundo de las empresas, su teoría de la evolución se basaba en que, en un mundo competitivo (el mundo empresarial), aquellos individuos que presentaban variaciones ventajosas, (por ejemplo, empresas que incorporan tecnologías, o nuevos procesos), tienen más posibilidades de alcanzar un estado adulto, (pongamos, más de 5 años) y, por tanto, de legar dichas variaciones a su descendencia, y si esta se producía en el número suficiente de individuos (otras empresas, o la sociedad, por ejemplo), conseguir una nueva especie (por ejemplo un tejido empresarial innovador).
Sin embargo, desde la universidad, o las escuelas de negocio, pasando por la propia experiencia empresarial, nos enseñan que lo importante “es ser el mejor”, “el líder”, “el más grande, o el más fuerte”, pero basado en una especie de “darwinismo depredador”, o sea, “yo triunfo, pero porque alguien fracasa”, “yo gano, por que otro muchos pierden”. Nos enseñan a competir, y no a cooperar.
Y está claro, que no funciona, que algo está fallando.
Los ejemplos están ahí: el banco más grande, la aseguradora más grande, el fabricante de coches más grande…… o han desaparecido, o están a punto de hacerlo.
En realidad, eso casi no me preocupa. Me preocupan cuantas pequeñas empresas serán arrastradas, en una especie de “tsunami empresarial”, por una gestión egoísta, y en muchos casos, poca ética.
En los últimos foros económicos sobre la crisis, a los que han asistido personalidades, como el premio Nobel, Paul Krugman, se han propuesto  actuaciones para salir de la crisis, tales como reducir el IRPF en los tramos más bajos, o subir el IVA excepto en los sectores generadores de empleo, además del saneamiento del sistema bancario, o medidas fiscales que reactiven el mercado inmobiliario, que en el fondo no son las soluciones, sino los cuidados paliativos, para reducir el dolor y los dramas que está generando la crisis, sobre todo en los colectivos más débiles.
Por otra parte, se apuesta por un cambio en el modelo productivo, que pase del ladrillo, hacia otro basado en las tecnologías y el conocimiento, y una puesta por la innovación.
Lo curioso es que estos “retos” son los mismos ahora, que antes de la crisis. Por tanto, no son la solución, ni siquiera forman parte del problema en si mismo. La crisis no reside o depende exclusivamente del modelo productivo “per se”, sino que “el modelo” lo que provoca, es que la crisis sea más dramática, o más duradera.
La crisis actual se debe a algo mucho más profundo, algo mucho más importante, algo de lo que apenas se habla. Nuestra crisis actual se debe, a una crisis de Valores, o en algunos casos, a la ausencia de ellos.
Se habla de los mercados como si fueran “entes” con voluntad propia, con pensamiento propio, cuando en realidad se basan en decisiones que toman personas, decisiones basados en unos Valores personales, o corporativos.
¿De que nos sirven empresas innovadoras, o basar nuestro modelo en la tecnología y el conocimiento, sino está impulsado, y dirigido por personas con Valores, por una sociedad con Valores?
Estoy convencido de que hay que cambiar el modelo, y que eso implica nuevas recetas, nuevas ideas, que puedan soportar cualquier otro cambio, ya sea del modelo productivo o del financiero.
Una de ellas es, que parte del futuro de las empresas está en la colaboración, en la creación de redes, donde todos ganan, porque todos aportan, donde no existen perdedores, sólo innovadores, donde cada uno busca su mejor posición, y cuando dos se encuentran, cooperan, y no se enfrentan.
La sostenibilidad de estas empresas no se debe basar en la “ley del más fuerte”, ni en una cuestión de tamaño (véase los dinosaurios), sino de pequeñas variaciones que, como decíamos antes, si se producen en un número suficiente de individuos, se podría generar una nueva especie de empresa, y también un “nuevo modelo”.
Otra debe ser la formación de los hombres y mujeres que lideran, o que liderarán las empresas. Una formación centrada en valores, en la ética, en laresponsabilidad social de las organizaciones, en su contribución al crecimiento de los entornos y sociedades donde desarrollan sus operaciones. Una formación orientado al equilibrio de los resultados sociales, económicos, y medioambientales.
No es sólo una idea, es la tendencia. No es una utopía, es el futuro.
Autor: Jose Joya.
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